Que duro nos dio no haber tomado la recomendación del personaje del hotel, que duro!
Dejamos todas nuestras pertenencias en las habitaciones pensando llegar el mismo día.
Arrancamos inocentemente a las 6am para el cabo de la vela, luego de haber humedecido las cadenas de las motos por el largo trajín el día anterior.
Tomamos la vía Riohacha – Cuatro Vías – Maicao.
Luego de 1 hora de camino a velocidad promedio de 100km, llegamos a cuatro vías (aquí ya nos sentíamos en la propia Guajira), el tren del cerrejón con sus largos y largos vagones, chivos por donde se mire, quejidos de chivos que estaban siendo sacrificados, indios, calor Etc.
Aquí la gasolina era mucho más económica, el galón alcanzaba los $2.300 pesos.
Otra hora más de camino a la misma velocidad nos llevo a Uribía, la última población de la Guajira con carretera pavimentada y punto de encuentro de casi todos los indios Wayuu.
Desayunamos en el parque principal, en el restaurante de un Tolimense (muy buen tipo) que tenía una cafetería en ese lugar. El desayuno más rico del viaje fue aquí $ 6.000 pesos c/u.
El Tolimense nos recomendó mucho que siguiéramos una ruta que él nos encomendaba demasiado. OTRO ERROR MÁS QUE COMETIMOS FUE NO HABER HECHO CASO A ESTE BUEN TIPO.
Partimos con rumbo al Cabo de la Vela por una trocha que bordeaba la carrilera del tren del Cerrejón (Malísima, el invierno la empeoro). En ese mismo instante nos sobre paso un carro que trasportaba lugareños desde Uribía hasta el Cabo de la Vela. Lo seguimos al paso que nos daban las motos y los huecos (Le dimos durismo a las motos).
En el km 113, el vehículo se salió de la vía principal y giro a la izquierda (algo muy diferente al mapa que nos había dibujando el Tolimense). Paramos, y decidimos seguirlo (no sé por qué, todavía no sé porque), ya no se veía el carro por ningún lado.
Unos minutos después y por el camino que habíamos decidido seguir al campero, me caigo en mi moto con mi novia. El camino era pura arena de desierto o playa, da igual, el caso es que nos caímos de la forma más tonta, pero sin mayores consecuencias, o si… solo una… NOS CAIMOS SOBRE UN CAPTUS. Nos paramos cruzadísimos (yo en las manos y mi novia en los pies). Fue más el susto.
Confundidos por la caída no sabíamos que camino coger (el recomendado por el Tolimense o el de la camioneta que ya no veíamos por ningún lado). De la nada apareció un indio en una moto con dirección a Uribía, nos dijo que estábamos cerca del Cabo y que siguiéramos la ruta por la que íbamos (según él la carretera era mucho mejor). Le preguntamos a cuánto tiempo estábamos de camino, OJO, TERCER ERROR. NO LE PREGUNTEN A LOS INDIOS, TE VAN A DAR HORAS Y RUTAS QUE NO SON LAS CORRECTAS. Este individuo en moto aparecido de la nada, nos dijo que estábamos a una horita y que el camino era muy bueno.
Seguimos confiados. Conocí paisajes jamás vistos en mi vida.
Luego de una hora de recorrido y de solo ver paisajes desérticos, caminos o laberintos (como lo quieran llamar), indios hablando su propio idioma, paramos a preguntar por el Cabo de la Vela y adivinen? Estábamos, según ellos a una hora de llegar.
Nunca en mi vida me había topado por tanto tiempo con un camino tan agresivo para las dos ruedas (era una mezcla de pantano con arena de playa), que hacía que la llanta de delante se clavara y te intentara tumbar al piso, más o menos 37 grados, una sed tremenda, un sustico interno, un cansancio físico y mental único, un desespero y rabia con las espinas que a esa hora me chuzaban las manos cuando aceleraba mi moto etc.,
Llevábamos 4 horas luego de salir de Riohacha, cada persona nos decía que estábamos a una horita de llegar y no era para nada cierto.
Luego de 5 horas de Uribía al Cabo de la Vela llegamos, no lo creíamos. No sabía si estaba contento o asustado por tener que pensar en devolvernos. Eran las 2pm y no podíamos regresar a Riohacha, nos cogería la noche en un camino tan agreste.
Buscamos posada, o chinchorro (amaca), es todo lo que se puede encontrar por allá. $5.000 la dormida por amaca, lo único barato en este lugar tan alejado y paradisiaco.
Inmediatamente fuimos mi novia y yo al hospital, nos quitaron las puntas de las espinas.
Cuando regresamos mis compañeros ya habían hecho amistades. Un señor en una moto AX-100, oxidada hasta el último rincón, quizás por la humedad, se ofreció a llevarnos de tour por todo el Cabo por un valor de $15.000.
Dejamos las cosas en el hotel y arrancamos en las motos a conocer el Pilón de Azúcar, un camino durísimo para una moto, eso sí, el guía en su moto no se ladeaba siquiera para caerse (muy buen piloto).
El Pilón de Azúcar, no tengo palabras… Digamos que es una combinación de libertad, adrenalina y una mezcla de emociones allá montado. Ventea al punto de pensar que te va elevar, al fondo se ve Puerto Bolívar donde desembarca el tren del cerrejón, los molinos de viento eólicos, un desierto bello y un mar único. Una experiencia jamás antes vivida.
Caía la tarde y el guía nos llevo al faro. El atardecer único, como todo en ese lugar.
Ya a eso de las 7pm, y luego de haber dejado el guía, buscamos un lugar donde comer. A la orilla de la playa, un lugar típico de la guajira. Comí Chivo, carne dura pero con cierto sabor y color a la carne de res.
Era de esperarse que en un lugar tan alejado las cosas no fueran tan económicas. La comida no era la mejor (no había más), $15.000 pesos el plato, una gaseosa $5.000.
Luego de comer, nos sentamos en la playa y vivimos una noche estrellada, tranquila y única en un lugar a 1.367km de distancia de mi Medellín del alma.
La luz la quitaban en todo el Cabo de la Vela a las 10:00pm, por ser plantas de energía.